Mi depresión postparto (2ª parte)
El enemigo estaba en que ya no me merecía llamar a mis amigos, a los que tanto echaba de menos, ni ir un día al centro, ni ver una película que de verdad me gustara en vez de cualquier basura de la tele cuando caía rendida en el sofá. De alguna forma absurda e inconsciente, decidí que mi vida anterior se había acabado y que ahora sólo tocaba cumplir con mis obligaciones: encontrar trabajo y cuidar de mis hijos.